lunes, 30 de marzo de 2009
Sylvia
JUEVES 2 DE ABRIL
SYLVIA
Dirección: Christine Jeffs. Interpretación: Gwyneth Paltrow, Daniel Craig, Jared Harris, Blythe Danner, Amira Casar, Andrew Havill. Guión: John Brownlow. Producción: Alison Owen. Música: Gabriel Yared. País: Reino Unido. Año: 2003.
Sinopsis
Este film relata la vida de Sylvia Plath, una de las voces poéticas femeninas más importantes de la literatura contemporánea. La directora neozelandesa Christine Jeffs utiliza la poésia para construir un relato íntimo sobre sus años de convivencia con el poeta Ted Hughes, su experiencia de la maternidad, la búsqueda de la palabra para liberarse “del humazo de la cocina, del humazo del infierno” y los momentos de angustia previos a su último gesto desesperado: el suicidio.
Trailer
Por: Nathalia Castro Gómez
Colectivo Cinematria
La adaptación de la directora neozelandeza Christine Jeffs sobre los últimos años de la vida de Sylvia Plath (Boston, 1932-Londres, 1963) comienza con uno de los muchos renacimientos que experimentó la poeta norteamericana: la concreción del ideal del amor. Hace apenas un año había llegado a Cambridge después de una extenuante y brillante trayectoria académica ligada a la experimentación del amor; un amor que buscaba ser moderno, con la libertad necesaria para el ejercicio literario y la independencia económica, sincretizado con los requerimientos que el amor tradicional tenía para las mujeres de la década del cincuenta: matrimonio y maternidad. A simple vista, “Sylvia” podría parecer el drama de una muchacha enamorada, celosa y obsesiva, valores que por lo demás han configurado por generaciones la identidad y los imaginarios de género de y sobre las mujeres, pero basta seguir el rastro de la vida y las palabras de Sylvia para descifrar lo que yace oculto detrás de cada desgarramiento y vuelo poético, de cada una de las muertes y renacimientos de una mujer cuyo trabajo fue ampliamente reconocido después de su suicidio, tal vez, como señala la biógrafa Linda A. Wagner, por que una vez muerta al fin era una mujer a quien el mundo crítico aprobaría: quieta, mansa, por fin dejaba de ser una amenaza1.
Conocer a Ted Hughes era entonces una fantasía amorosa realizada, un nuevo renacer para Lady Lázaro, la amante de la muerte que hace tres años, frustrada por las críticas a su obra, los hilos invisibles de dominación que sujetan el amor, la culpa generada por la insumisión a los mandatos del género, la soledad del verano en casa de su madre y el rechazo para hacer un curso de creación literaria en Harvard, había dibujado cortes en sus piernas que devinieron en un tratamiento secreto de electroshock, un nuevo intento de suicidio y una temporada en la clínica Mc Lean de Belmont a donde llegó sin poder leer ni escribir. Tal vez por eso, y no por construir una biografía amorosa alrededor del poeta Hughes, la película de Jeffs, acompañada por un trabajo fotográfico (John Too) y sonoro (Gabriel Yared, también compositor de las bandas sonoras de Cold Mountain y La vida de los Otros) intimista y oportuno, invita al/a espectador/a a conocer los últimos siete años de la vida de la poeta; un vertiginoso viaje por el amor, la maternidad, la literatura, el éxito, la soledad y la muerte.
Entre lo tradicional y lo moderno
Transgresora, perfeccionista, amante sincera y rigurosa de las palabras, Sylvia Plath experimentó durante toda su vida, en términos de la antropóloga feminista Marcela Legarde, la “escisión vital” entre la zona tradicional y moderna de la subjetividad de las mujeres2, entre los roles de género impuestos y los que deseaba trazar. En la película vemos como rápidamente Sylvia instala a Ted Hughes en el centro de su subjetividad y aplica toda la disciplina aprendida durante la infancia y adolescencia en el éxito de su amado: transcribe y busca que sus poemas sean publicados y premiados, porque en la concepción tradicional del amor los otros siempre son prioritarios para las mujeres. En efecto, Ted asciende poderosamente mientras Sylvia debe ser esposa, poeta, profesora, ama de casa y madre. Su cuerpo y su pluma están secos. Sylvia poeta corre el riesgo de ser devorada por Sylvia esposa de Ted Hughes.
Mujeres sospechosas
Pero ella creía en su obra y en 1960 publicó un libro de poemas: El Coloso. Su batalla por el reconocimiento en un universo protagonizado por “hombres de letras” estuvo acompañada por la obra de escritoras que como Virginia Woolf y Anne Sexton -también suicidas- fueron “mujeres sospechosas”; voces de mujeres hablando desde su experiencia para contar la vida de otras mujeres a través de estilos particulares que constituyeron una literatura feminista. El aborto, la maternidad -bella y siniestra-, la infancia, la relación con la madre y el padre, el papel de la mujer en el matrimonio, la estructura familiar moderna, la vida y la muerte fueron los temas de los últimos poemas de Sylvia compilados en Ariel, un libro póstumo que Ted Hughes alteró suprimiendo algunos poemas y cambiando el orden cuidadosamente trabajado por Sylvia. Esta es la validéz del trabajo de Christine Jeffs, quien a pesar de realizar su proyecto en medio de la negativa de Frieda Rebecca Hughes, primogénita y heredera de los derechos de la obra de su madre, de usar sus poemas, también consigue retratar la fase literaria más importante de la escritora: los instantes poéticos estremecedores que sucedieron a la separación de Ted Hughes después de su infidelidad con Assia Wevill .
Poemas de octubre
Para Sylvia la separación representa el fracaso del ideal del amor y el eterno retorno a su propia historia de vida; la de una mujer sola sacrificada por sus hijos/as como Aurelia Schober, su mamá, quien quedó viuda el 5 de noviembre de 1940, cuando Sylvia tenía nueve años. Pero el dolor de Sylvia no es anónimo; es nombrado y exorcizado a través de la palabra. Una vez sola la poeta encuentra su propia voz y escribe sus mejores poemas: Daddy, Lady Lázaro, Borde. Después de muchos años de rigurosa vida académica y lucha por alcanzar el éxito a bordo de la montaña rusa de la depresión, Sylvia Plath escribía sobre su propia vida y sentimientos. Hasta entonces, su ex esposo hacía listas de temas sobre los que la poeta podía escribir como forma de contribuir con los bloqueos literarios que generaba la vida cotidiana; una vez libre de la vigilancia de Ted Hughes, Sylvia Plath “asume la independencia y libertad que su cultura había intentado negarle”. Sus últimos poemas, a los que llamó “poemas de octubre”, son brillantes y mordaces: hablan de la muerte y cuentan su vida como poeta, madre y esposa; es vengadora como Medea, es Lady Lázaro, una mujer que ejerce bien su profesión (el suicidio) en una sociedad que permite a las mujeres muy pocas distinciones y como tal, merece reconocimiento: “Morir es un arte, como cualquier otra cosa. Yo lo hago excepcionalmente bien”.
La mujer alcanzó la perfección
Su poesía marginal, feminista y subversiva expone temas considerados tabú acerca de la vida de las mujeres que la poesía norteamericana de los años cincuenta no estaba interesada en descifrar. Esta resignificación implica un desafío a los discursos masculinos de la primera mitad del S. XX y como tal, no es bienvenida. Howard Moss redactor jefe del departamento de poesía de The New Yorker, Judith Jones, editora de Knopf y Elizabeth Lawrence, editora de Harper y Row rechazan sus poemas justo cuando Sylvia Plath sentía latir con ímpetu su identidad como escritora.
Los últimos meses de la vida de esta poeta estuvieron marcados por el rechazo de su obra unido a la frustración amorosa en un escenario cubierto por la nieve. Después de vivir un año en Devon Sylvia había decidio regresar a Londres con Frieda y Nicholas, sus dos hijos. Pensaba que allí encontraría reconocimiento, vida cultural y educación para sus pequeños. Pero los planes fallaron y la poeta se encontró sola en uno de los inviernos más voraces de la historia de Inglaterra. De repente hay cortes de electricidad, la gripe se alberga sucesivamente en su cuerpo y el de sus hijos/a, la poeta toma somníferos y otra vez depende del psiquiatra.
Después vino el suicidio:
La mujer alcanzó la perfección
Su cadáver lleva puesta la sonrisa de la
Realización
La ilusión de una necesidad griega
Fluye por los plieges de su toga.
Sus pies descalzos parecen decir:
Hasta aquí hemos llegado, se acabó.
Incitación
“Sylvia”, el film de Christine Jeffs, es una incitación a conocer la obra de esta poeta norteamericana que alcanzó una autoridad literaria feminista reinvindicando su propia voz experimentando los costos del desafío. Su vida contiene múltiples facetas: la tensión entre los mandatos tradicionales del amor y la necesidad de habitarse, el compromiso político antibelicista, la disidencia poética, la relación con otras mujeres que contribuyeron a formar su carácter, la cercanía con la obra literaria de otras escritoras, la relación con un padre científico, amoroso y riguroso que murió cuando todavía era niña; la relación con una madre cariñosa hija de la moral de su época con quien mantuvo correspondencia hasta el final de su vida, la experimentación sexual y amorosa, la maternidad y el suicidio. A todas estas podríamos hacer un acercamiento feminista y seguir respondiendo preguntas sobre mujeres que como Sylvia Plath, Virginia Woolf y Adela H., protagonistas de la primera parte de nuestro ciclo de cine Mujeres y Palabras, erigieron una literatura de los bordes fracturando las identidades, roles y normas hegemónicas del género.
1Linda W. Wagner-Martin. Sylvia Plath. Circe, Barcelona, 1989.
2 Marcela Legarde. Claves feministas para las negociaciones en el amor. En Cuadernos inacabados, Editorial Horas y Horas.